jueves, 8 de agosto de 2013

"NABUCCO", el ídolo caído

La exitosa ópera del compositor Giuseppe Verdi "Nabucco" se representó el 2 de agosto en la sala porteña de la opera clásica en el Teatro Avenida por BALyrica bajo la dirección de Javier Logioia Orbe, con libreto original de Temistocle Solera, basada en el Antiguo Testamento y la obra Nabucodonosor de Francis Cornue y Anicète Bourgeois, el cuál debió su drama épico al narrar el cautiverio y opresión de los judíos bajo el yugo asirio.
Italia adoptó al "va pensiero" como un segundo Himno Nacional trás la dictadura de Mussolini, donde ésta canción despertó el espiritu de libertad de una nación oprimida por la guerra, una canción que profundiza y cala muy hondo en el sentimiento popular en la opresión.
Fue estrenada el 9 de marzo de 1842 en La Scala de Milán.
Acto I - Jerusalén;
Dentro del templo los Levitas y la gente se lamentan por el desgraciado destino de los judíos, luego de haber sido derrotados por el Rey de Babilonia Nabucco, y ahora se encuentra en las puertas de la ciudad. El cura principal Zaccaria anima a sus seguidores ya que los judíos han capturado a un importante rehén para mantenerse a salvo, la hija de Nabucco, Fenena, a quien Zaccaria unió en matrimonio con Ismaele, sobrino del Rey de Jerusalén. Ismaele promete a Fenena su libertad, pues tiempo atrás en Babilonia él había sido tomado como rehén y fue ella quien lo liberó, pues estaba muy enamorada del joven. Ambos están organizando la huída cuando Abigaille, una supuesta hija de Nabucco, llega al templo encabezando una gran tropa de babilonios, y ella también está enamorada de Ismaele, quién amenaza contarle al padre de Fenena de su plan de escape con un extranjero; al final Abigaille declara que conservará su silencio si Ismaele renuncia a Fenena. Pero él se rehúsa a aceptar el chantaje. Nabucco, a la cabeza de su ejército, irrumpe en escena, habiendo decidido saquear la ciudad. En vano Zaccaria, blandiendo una daga sobre la cabeza de Fenena, intenta detenerlo; Ismaele interviene y entrega en mano a Fenena, sana y salva, a su padre.
Acto II - El malvado
En la corte de Babilonia. Abigaille se ha enterado de un documento que revela su verdadera identidad como esclava: por lo tanto, los babilonios se equivocan al creer que ella es una heredera al trono. Nabucco, ocupado en una batalla, ha nombrado a Fenena como princesa regente de la ciudad, lo cual provoca que el odio de Abigaille aumente.
El sumo sacerdote de Belo, aliado de Abigaille, le dice que Fenena está liberando a todos los esclavos hebreos. Abigaille aprovecha la oportunidad y se contempla tomando el trono de Nabucco. Zaccaria, mientras tanto, anuncia alegremente al pueblo que Fenena, enamorada de Ismaele, se ha convertido a la fe hebrea. Abdallo, un antiguo consejero del rey y de Fenena, le revela a ella las ambiciones de Abigaille y le avisa que debe volar para escapar de la ira de su hermanastra. Pero no hay tiempo. Abigaille llega junto a sus magos, el sumo sacerdote y una multitud de babilonios. Pero inesperadamente, también llega Nabucco, coloca su corona firmemente en su cabeza y maldice al Dios de los Judíos. Luego amenaza con matar a Zaccaria. Fenena revela su conversión al judaísmo, pero la fuerza a arrodillarse ante él adorándolo como un rey y no como un dios, pero el Dios de los Judíos le lanza un rayo a Nabucco que cae en agonía, mientras que Abigaille le retira y se coloca la corona sobre su cabeza.
Acto III - La profecía
En los jardines flotantes de la corte de Babilonia, Abigaille en el trono recibe los honores de todas las autoridades del reino. Nabucco intenta en vano recuperar el trono, pero es detenido por los guardias. En el diálogo entre ambos, Abigaille tomando ventaja de la inestable condición mental de Nabucco, le hace poner su sello real en un documento que condena a los judíos a muerte, pero en un momento de lucidez Nabucco se da cuenta de que ha condenado también a su amada hija Fenena y ruega por su salvación. Entonces Abigaille hace pedazos el documento que afirma que ella es una esclava y se declara a sí misma como única hija y heredera al trono, para luego ordenar a los guardias encarcelar a Nabucco. Mientras tanto a orillas del Eufrates los hebreos invocan su patria lejana y su tierra perdida, y una vez más Zaccaria intenta consolar a su pueblo con una profecía que los alentará en su fé.
Acto IV - El ídolo roto 
Desde su prisión Nabucco vé a Fenena arrastrada hacia la muerte junto con los otros judíos, y en su desesperación se vuelve hacia el Dios de los hebreos para convertir su fé. Cuándo Abdallo y un grupo de soldados aún fieles al rey ven como Nabucco recupera su fuerza y sus sentidos, deciden revelarse liderados por el antiguo rey, mientras que en los jardines flotantes se está tocando una marcha funeraria: los hebreos condenados a la muerte están llegando, y Zaccaria bendice a Fenena, como una mártir. Nabucco irrumpe en la ceremonia y el ídolo Belo cae al suelo destrozado, y todos los prisioneros son liberados y una vez más Nabucco se sienta en el trono. Abigaille está muriendo a causa del veneno ingerido a conciencia, y pide el perdón de Fenena al predecir su casamiento con Ismael, mientras que Zaccaria profetiza el dominio de Nabucco sobre todos los habitantes de la tierra.

"Nabucco" hoy vive su impulso creador por su fuerza como ópera coral, especialmente con el célebre "Va pensiero", grandes escenas y una teatralidad principalmente inspirada en el teatro francés de la época. El repertorio lírico es sinónimo de densidad dramática y considerable coral escénico, que sus responsables al llevarla a escena cuidaron sus aspectos manteniendo el sentido del espectáculo.
Su reposición en la temporada 2013 por Balyrica está avalada por el mérito de un coro bien preparado, por una orquesta con la dirección de Javier Logioia Orbe que ha sabido conservar la atmósfera verdiana con un elenco de voces bien calibrado.
Es considerable el esfuerzo de producción que "Nabucco" condicionó una escenografía respetando una escueta líneas épicas del relato resolviendo el trasfondo histórico mediante diapositivas.
El clima amenazante del poder despótico sobre el pueblo hebreo por la invasión de los babilonios comandados por Nabucodonosor frente a la dramática invocación del pontífice Zacarías en el templo de Salomón estuvo sumamente lograda y como acontece con Nabucco y Abigaille, que fue la preocupación significativa del director de escena Marcelo Perusso que desplazó con hábilidad las masas corales en escena y en la cúspide del poder la soberbia de Nabucco, el "crescendo" coral, orquestal y solístico tuvieron el efecto esperado ("El ídolo caído").

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