martes, 12 de junio de 2018

El banquete tétrico de Tiestes y Atreo


Escrita y dirigida por Emilio García Wehbi según la tragedia de Séneca.
Elenco con: Maricel Álvarez, Florencia Bergallo, Analía Couceyro, Carla Crespo, Érica D’Alessandro, Verónica Gerez, Cintia Hernández, Mercedes Queijeiro, Jazmín Salazar, Mía Savignano, Lola Seglin y Lucía Tomas.
Música y dirección musical: Marcelo Martínez / Coreografía: Celia Argüello Rena / Iluminación: Agnese Lozupone / Vestuario: Belén Parra /Escenografía: Julieta Potenze /
Teatro: Nacional Cervantes, duración 120 minutos.
Calificación: Recomendable


En dos actos, Escila y Caribdis portan una misma reflexión, dos peñascos rocosos cerca de Sicilia emergen como monstruos marinos que se devoraban a los viajeros que se acercaban a sus costas, se relata en "La odisea de Homero" las vicisitudes de Ulises y que Ovidio menciona en "Las Metamorfosis". En ésta tragedia senecana el odio fratricida, la venganza y la antropofagia antecede a Sheakespeare con lo más tremendo en Tito Andrónico.


De los mitos greco romanos nos legó el drama trágico de Tiestes y Atreo hermanos en el estoicismo del horror de sacrificio y antropofagia por la disputa del trono, Séneca plantea las escenas más violentas y lacerantes de las tantas que tuvo en la humanidad con la descripción del asesinato de los hijos de Tiestes, puesta en boca por Hermes el dios mensajero.


El ritual fillicida antropofágico de la ingestión de sus hijos se remonta al mito de Cronos y llega a Tántalo, abuelo de Tiestes y Atreo cuándo es uno de los hijos cocinados por la codicia y la venganza, para llegar y augurar el retorno a la tragedia que se cifra en la ley del padre. Es decir la historia relata la venganza por parte de un hermano, ante la traición del otro que incluye adulterio, robo y engaño para conseguir el trono. Para la venganza el embaucado invita al hermano ladino a un banquete de reconciliación y éste no sabe que la carne que comerá es de sus propios hijos. Por otra parte Atreo encarna algo más que la venganza para llevarla hasta sus últimas consecuencias para eliminar el linaje de su enemigo del modo más atroz, que el padre se coma su descendencia.


La idea platónica de la tiranía es caníbal para Séneca cuándo conoció a Calígula y murió con Nerón en una comunión diabólica de sangre y vino, que se hace contemporánea en la sangre de Cristo, "en el nombre del padre", al hablar del padre como representante de la mayoría del poder, y del hijo representante de la nueva generación en el patriarcado.


En el entreacto junto al hip-hop se canta el nuevo hit revelador y nada tranquilizador que reza en su estribillo que, "No hay mayor muestra de cariño que comerse a sus propios hijos, porqué no hay asunto más prolijo que devorarse a todos los hijos", en un mundo apocalíptico que deviene en tragedia ceremonial.



García Wehbi plantea un elenco femenino que asume los roles masculinos resaltando el carácter falocrático de la tradición donde es incisivo, incomplaciente, inquieta y choca con fuerza erótica la actualidad con un interesante planteo del director, para que la tradición prevalezca a través de los siglos en un mundo apocalíptico. De impecable puesta de escena con actuaciones de roles muy precisas y parejas, con impactante fuerza en el texto de poesía cruel, inmerso en un mundo perdido y sórdido, se hace necesario repensarlo con un momento de reflexión.

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